MAGNIFICAT

Ayer escuché violines. En directo. Su sonido triste y rasgado, es tan sublime, que me revuelve enterita, con unos pocos acordes..

Ayer, mientras me dejaba seducir por la música, pensé en el relato de hoy cuando todos mis sentidos se llenaron al escuchar el “Magnificat” de Bach. Fue solo un pequeño fragmento, pero me regalo unos minutos preciosos para mirar más allá…

Ayer me pregunté qué sería de nosotros si todo lo que hemos escuchado tantas veces fuera cierto. Que aquél niño nació, y que era hijo de Dios, ¡con que alegre confianza caminaríamos si creyéramos de verdad que aquello sucedió!, y pensé también que no estaría mal tener dos madres, y que si de verdad creyéramos todo lo que estamos hartos de oír, el camino hacia la muerte sería mucho más dulce. En el cielo estará María, la mismísima madre del Creador, esperándonos con una lumbre encendida, y con los brazos bien abiertos.

Qué revolución si todo lo que hemos leído y escuchado resultase ser cierto.

Ayer, mientras la música de los violines acariciaba el ambiente, quise ser testigo de la historia, porque si nació un niño, y ricos y pobres acudieron a adorarlo, aquello debió de ser emocionante, y yo, no me lo pierdo ¿te vienes?

La semana que viene, la escena.

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